Podemos hacer todos los planes que queramos, pero el éxito no obedece a un plan. Los planes solo sirven para evitar algunos fracasos, los más previsibles, pero no para alcanzar el éxito. El éxito es un desobediente hijo de puta que aparece si le da la gana y cuando le da la gana. Se ríe a carcajadas de los ingenuos métodos para atraparlo que nos cuentan en las escuelas de negocio y en los libros de emprendimiento. Si miramos atrás seguramente descubriremos que los más relevantes éxitos de nuestra vida, en lo profesional y en lo personal, no estaban planificados, simplemente aparecieron.